Hace unos días fui a cenar con
un par de amigos ex-compañeros de la universidad en Bombay. Fue una
larga reunión en la que hablamos mucho de nuestros trabajos (y los
de nuestros amigos) entre otras cosas por la que algunos temas de esa
reunión saldrán a relucir en este blog.
Hablando de un tercer amigo,
llamémosle Ak, los comensales se burlaban un poco de lo que tenía
que hacer en el trabajo. Ak se dedica a diseñar ciertos sistemas
electrónicos para la industria de extracción de petróleo. Hasta
aquí muy bien.
Pero parte de su trabajo es
acudir a los pozos y supervisar que los sistemas sean instalados
correctamente. Esto, para mis amigos es algo “horrible”: tener
que ir a los pozos donde las condiciones de trabajo son muy
diferentes del estar en una oficina con aire acondicionado, es un
tanto por debajo de su nivel.
Pero lo que era el colmo para
ellos, es que Ak a veces tiene que instalar los sistemas (o parte de
ellos) personalmente, ya que las personas que trabajan ahí no tienen
los conocimientos ni la capacidad necesaria para hacerlo. Este tipo
de trabajo tan “inferior” era realmente un motivo de risa para
mis otros dos amigos.
Debo advertir que, aunque no
comparto sus ideas en este caso, estos dos amigos son muy buenas
personas. La realidad es que aquí en la India el trabajo manual es
considerado como algo muy inferior, casi por debajo de la dignidad de
alguien que haya estudiado una carrera universitaria.
Como esto no puede cambiar de un
día para otro, mi mensaje es que hay que tener cuidado en lo que se
le pide a los empleados. Aunque nosotros estemos dispuestos a hacer
lo que sea necesario, otras personas no, y si forzamos una situación
podemos causar un conflicto. Por otra parte, dar buen ejemplo de que
hacemos lo que sea necesario, cuando sea necesario, abre los ojos a
otros para darse cuenta que no hay nada por debajo de la dignidad de
nadie. Y esto, ¡lógicamente aplica en cualquier parte del mundo!
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